TÍTULO DE LA TESIS: Anclaje subjetivo en pacientes tratados psicoanalíticamente en pareja
Una Tesis
doctoral tiene como condición que el doctorando ofrezca una idea propia acerca
de la temática que se propone investigar, por lo cual el primer problema consistió
en decidir sobre qué escribir. Qué postular y
cómo probarlo pasó a ser un
enorme desafío intelectual. Afortunadamente la teorización vincular, sobre la
que venía trabajando hacía muchos años, comenzó a entrelazarse con mi modo de
concebir el análisis individual y viceversa. Fui recuperando así conceptos sobre ambas perspectivas
que venía proponiendo desde comienzos de los 90: Crecimiento mental y
desidentificación
(1989), Escena
primaria y conyugalidad
(1992) Espacio vincular y sujeto del vínculo (1993), Resistencias de vincularidad (1993), Mundo intrasubjetivo-mundo vincular (1997). A
ellos se fueron agregando otros de más recientes factura: Método psicoanalítico y clínica vincular (2001), Memoria vincular y sujeto del vínculo (2002), Referentes teóricos y clínicos en psicoanálisis de pareja (2004), Acerca de la noción de mudanza subjetiva. Exploración
conceptual desde una metapsicología
ampliada (2007), Acerca del
por qué las familias de origen aparecen de modo sistemático en los análisis de
pareja (2008). Así también,
en los últimos diez años había comenzado a sostener que en los tratamientos
individuales, el que nos “habla en sesión” (con el
decir y el hacer) es un sujeto inconsciente. Lo concibo como un sujeto
en devenir obstaculizado en su despliegue, que habita a quienes solicitan
tratamiento analítico. Y en este mutuo potenciamiento entre el psicoanálisis
individual y vincular me fui convenciendo que la tramitación psíquica se realiza en acto con otro. Así también, que el material en una sesión individual
rota de modo tal que los distintos personajes planteados por un paciente en su
anecdótica serán
encarnados a veces por él mismo y otras veces por el analista, bajo la metáfora
de un carrusel. Algo que también ocurría con los miembros de las parejas entre
sí, en las entrevistas conjuntas.
Por eso, en
el momento de definir la propuesta de esta Tesis me incliné por anclaje
subjetivo y mudanza subjetiva, que junto con la noción de resistencias
de vincularidad, constituyen conceptos teóricos que fui acuñado durante
largos años y son parte de mi modo actual de entender y llevar adelante el
trabajo clínico.
Una sesión
de pareja, desde esta perspectiva, no estaría solamente conformada por dos
psiquismos constituidos en interacción, que repiten situaciones infantiles.
Sino que se trata del intercambio entre dos sujetos, en tanto dos otros, que va
a implicar establecer una relación radicalmente nueva para ambos, es decir,
nueva de raíz. Los posicionamientos previos, como sujetos de otros vínculos, emergerán
generalmente en calidad de obstáculos para la conformación de lo nuevo.
Además, postulo que los vínculos tienen una inscripción psíquica. Estar vinculado no supondría solamente
mantener intercambios fácticos. Sino que el sujeto y los otros significativos a
los que está ligado estarían inscriptos a nivel psíquico. Es por ello que
pasar a ser sujeto del vínculo, tendría una doble condición: le otorgaría a quienes lo
conforman tanto subjetividad (ser esposo/a o pareja de) como sujeción (quedar
amarrado) a esos otros. La inclusión recíproca de ambos miembros en el espacio psíquico
significativo del otro va a constituir el mundo vincular de cada pareja. Así, la frase “Cada pareja es un mundo” era mucho más cierta de lo
que podía parecer.
Ahora bien,
con estas ideas como antecedente quiero remarcar a qué temática se refiere esta Tesis. Propongo, como premisa
inicial, que la posición filial es el posicionamiento de base en todo sujeto
humano. Y que una parte de los conflictos que las parejas presentan son
consecuencia de que sus miembros se encuentran anclados en sus respectivos
posicionamientos filiales. Si bien, además de los filiales, los anclajes pueden
corresponder también a otros vínculos previos (matrimonios o parejas previas).
Este afincamiento en vínculos anteriores impide el acceso a una posición
diferente, que es requerida para la constitución de la pareja actual.
En los tratamientos de pareja van a ser estos anclajes los que aparecerán clínicamente como Resistencias de vincularidad. No se tratarían de resistencias a vincularse, sino que emergen clínicamente como consecuencia de que el nuevo vínculo atraviesa a los miembros que lo componen y les "pide rendimiento personal y psíquico".
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