lunes, 3 de mayo de 2010

Referentes teóricos y clínicos en psicoanálisis de pareja


"Actualizaciones en psicoanálisis vincular" es un libro publicado por APdeBA en 2006, con la producción de los integrantes del Departamento de Pareja y Familia, correspondiente al período 2001-2005. Mi trabajo se titula "Referentes teóricos y clínicos en psicoanálisis de pareja"




“La chaîne du mariage est si lourde qu'il faut être deux pour la porter, quelquefois trois” cuya traducción es “La cadena del matrimonio es tan pesada que hacen falta dos para llevarla, a menudo tres”
Philippe Héraclès, "Le petit macho de poche". Le Cherche Midi éditeur, París, 1984.

Expongo inicialmente dos comienzos de sesión:
Sesión 1- “Me permite cargar el aparato? Nos quedamos sin batería”. Juan me formulaba la pregunta una vez ingresados al consultorio, mientras me mostraba el teléfono celular y el cargador que tenía en la mano.
Luego de un cierto momento de desconcierto, estando los tres parados, le dije que sí y le señalé un tomacorriente cercano de donde se iban a sentar.
Ya en cuclillas e intentando ver si acertaba con el tomacorriente dijo con cierta desilusión: “Ah, no se puede porque tiene tres patitas, en aquel se puede?” Señalando un enchufe que estaba a un costado de mi sillón. Mientras tanto Estela, ya sentada, miraba con interés queriendo saber dónde finalmente su marido iba a ubicar el cargador del teléfono.
Le dije entonces que el enchufe de la lámpara tenía un adaptador. Como por arte de magia eso lo calmó. Ubicó el adaptador en el cargador y lo enchufó. Se encendió la consabida luz verde que confirmaba que el aparato funcionaba sin dificultades. Juan, con su mano, testeó que el teléfono estuviera bien conectado en el adminículo recién encendido, se acomodó a su vez en su sillón y se dispuso a que comenzáramos la sesión.
Nos miramos un pequeño instante en silencio los tres. Juan se mostraba satisfecho. Ella se sonreía, con los ojos muy abiertos, como quien había participado de una situación insólita para una sesión analítica. Finalmente, para nosotros, “era la que sabía de análisis”, ya que estaba en tratamiento hacía un tiempo; para su marido ésta era la primera experiencia.
Juan, mirándola a Estela le dijo: “Hablá vos, que tenías necesidad”. Y mirándome a mí agregó: “Yo me siento bien. Ella estaba con mucha ansiedad”.
Entonces Estela asintió y comentó con detalle las alternativas de los últimos días. No habían podido venir a las sesiones en las dos semanas anteriores porque la hija, Marina, había estado con mucha fiebre. Estela se había quedado con ella todos esos días, sin salir de la casa. Marina ya había estado enferma en el viaje que habían hecho recientemente al exterior, situación en la que Estela se había sentido sobrecargada porque estaba cursando su séptimo mes de embarazo y “ya la panza le pesaba”. Marina estuvo febril y había tenido el equivalente a una convulsión en brazos de Juan. Por lo menos era lo que los médicos de allí les dijeron. Entonces Juan y Estela temieron que la hija padeciera una epilepsia. A la vuelta del viaje, con tal idea en danza y por insistencia de Estela, consiguieron que el pediatra de cabecera aceptara derivarlos a que hicieran una consulta con un neurólogo infantil de renombre. Si bien al comienzo ambos se habían entusiasmado, el alivio por haber conseguido la consulta les duró poco. Unas amigas les habían comentado que “cuando se consulta a ese neurólogo los chicos terminan medicados”. Y efectivamente al ver el EEG, y evaluar los antecedentes, el neurólogo les propuso no arriesgarse, y les indicó que en el caso de que Marina estuviera febril le dieran un tranquilizante. Esa vez Estela no pudo dormir en toda la noche, leyendo el prospecto del medicamento y testeando si a la hija le subía la fiebre.
Sesión- 2) Al comienzo de la sesión siguiente Estela dijo sentirse indignada con Juan. Había tenido una consulta con el obstetra por las contracciones, antes de la sesión, quien le había dicho que como estaba con dilatación hiciera reposo para que no se le adelantara el parto. Juan había ido a buscarla y ella, mientras le contaba las indicaciones del obstetra con la esperanza de que él la contuviera, lo vio buscando un chicle en la guantera del auto “preocupado porque tenía la boca seca”. En ese momento, refiriéndose a su marido me dijo: “Qué quiere que le diga, Dr., lo que pienso es que Juan es un aparato”. Y dirigiéndose a Juan le dijo con dolor “Sos un aparato. No quiero que estés en el parto. Ya que no me contenés por lo menos no interfieras”.

Compulsione repetitiva e rimemorazione nel dispositivo analitico


"Compulsione repetitiva e rimemorazione nel dispositivo analitico" es un trabajo mío correspondiente al capítulo VII de "Narcicismo e Mentalizzazione" editado por Alpes Italia, srl. El libro, compuesto por producciones de colegas de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdedBA), se publicará en Roma, Italia, en julio de este año.


INTRODUCCIÓN
Pasados ya más de 100 años de la aparición de El libro de los sueños con el que Sigmund Freud nos introdujera en los enigmáticos desfiladeros de la vida psíquica sigue siendo fundamental, en tanto destinatarios de su legado, sostener con precisión la especifidad del psicoanálisis.
Esta comunicación se propone considerar inicialmente temas conceptuales que siguen siendo nodales para la teoría y la práctica psicoanalítica.
Por último, “El caso Hernán” que quedará expuesto al final, intentará remarcar la vigencia del hallazgo freudiano y su potencia en la clínica actual.

EL TEMA DE LA SUGESTIÓN (O EN QUÉ CONSISTE EL ANÁLISIS).
Es frecuente que en nuestro medio se intente diferenciar psicoterapia de psicoanálisis a propósito de remarcar que la sugestión es utilizada en el primero de los abordajes, mientras que se prescinde de ella en los tratamientos psicoanalíticos.
Tales afirmaciones se apoyan particularmente en el trabajo de 1919 en el que Freud, pensando acerca de la aplicación de la técnica psicoanalítica en las nuevas condiciones sociales, nos dice:
“Y también es muy probable que en la aplicación de nuestra terapia a las masas nos veamos precisados a alear el oro puro del psicoanálisis con el cobre de la sugestión directa, y quizás el influjo hipnótico vuelva a hallar cabida, como ha ocurrido con el tratamiento de los neuróticos de guerra” (pág. 163).

Con esta apoyatura, la comparación entre el oro puro y el cobre pasó a utilizarse para subrayar que los analistas somos usuarios de una herramienta específica, que nos diferencia de los psicoterapeutas.
Sin embargo, vale la pena que precisemos a qué se refería Freud con el cobre de la sugestión directa.
Por lo pronto tenía para él un sentido unívoco, diferente al de sugestión (sin el adjetivo de directa), que iba adquiriendo nuevos significados según el contexto teórico que estuviera utilizando en cada momento.
Por tal razón, y al solo efecto de ubicar el problema, quiero delinear algunos ejes conceptuales que corresponden a la historia del psicoanálisis.
En los artículos iniciales sobre técnica (1904, 1905) queda claro que el método psicoanalítico se constituyó como una terapia catártica, conservando basamentos de la técnica hipnótica. Ambas compartían en ese momento una misma teoría sobre el enfermar: los pacientes padecieron una situación traumática y habían retenido el afecto concomitante.
Durante el trance hipnótico el médico intentaba que el afecto, trastocado en inervación somática, pudiera conseguir una vía de expresión y descarga. Se conseguía comprobar así, de modo empírico, que los síntomas reemplazaban a procesos psíquicos sofocados en tanto los síntomas desparecían luego que el enfermo hacía su catarsis.
Es aquí donde aparece un detalle que quiero resaltar.
Ocurrida la catarsis, estando el enfermo aún bajo hipnosis, el hipnotizador le impartía al paciente la orden sugestiva de olvidar la situación traumática una vez despierto.
La cura consistía en que los pacientes no recordaran ya el episodio traumático ni lo sucedido durante el trance. A esta particular intervención se refiere Freud con sugestión directa.
Veamos, en este sentido, dos citas textuales.
En la de la 28 conferencia de “Introducción al psicoanálisis” (1917) dice:
“La sugestión directa es una sugestión dirigida contra la exteriorización de los síntomas, una lucha entre la autoridad de ustedes y los motivos de la enfermedad”. (pág. 408)

y más adelante,
“Para el médico, a la larga se volvía...monótona: prohibir en todos los casos, de idéntica manera y con el mismo ceremonial, la existencia a los más variados síntomas, sin poder aprehender nada de su sentido y su significado” (pág. 409).

¿Por qué fracasó la técnica sugestiva realizada bajo hipnosis?
Una primera razón, desde el punto de vista etiopatogénico, consistió en que los síntomas estaban multideterminados y el médico durante el trance conseguía prohibir sólo una de las varias líneas que participaban en su producción, no todas.
Por otro lado, en lo concerniente ya a la sugestión, al estar la cura sustentada en la orden de olvidar, con el reforzamiento represivo que implicaba, los síntomas reaparecían una vez que se debilitaba la influencia psíquica que la autoridad médica ejercía sobre el paciente.
En la segunda cita Freud lo menciona textualmente:
“Si abandoné tan pronto la técnica sugestiva y, con ella, la hipnosis, es porque dudaba de poder hacer una sugestión tan fuerte y resistente como se requería para una curación duradera” (1905 pág 250).

Una vez que Freud abandonó la técnica sugestiva, intentó diferenciar claramente la sugestión directa, de la que se valía el método hipnótico, de la sugestión psicoanalítica.
En la primera, como vimos, sólo se intentaba reforzar las represiones imponiendo el olvido después del trance hipnótico. Ese sería el sentido preciso del cobre de la sugestión directa, metaforizado como realizar tratamientos per vía di porre. (1905, pág 250)
En la terapia psicoanalítica, en cambio, el analista toma en sus manos la sugestión con el valor inicial de crédula expectativa (1905 pág 248), más tarde conceptualizada como transferencia positiva sublimada (1912 págs 102-103), y la utilizará con la finalidad de resolver las transferencias posibles en el paciente.
Textualmente:
“En esa medida confesamos sin ambages que los resultados del psicoanálisis se basaron en una sugestión; sólo que por sugestión es preciso comprender lo que con Ferenczi (1909) hemos descubierto ahí: el influjo sobre un ser humano por medio de los fenómenos transferenciales posibles con él. Velamos por la autonomía última del enfermo aprovechando la sugestión para hacerle cumplir un trabajo psíquico que tiene por consecuencia necesaria una mejoría duradera de la situación psíquica” (1912 pág. 103).

Con ese propósito instaura Freud la regla fundamental de la asociación libre (1904), a la que el paciente deberá atenerse, consiguiendo de ese modo la ampliación de la conciencia que previamente se lograba con la hipnosis.
Deja ya de buscar el recuerdo traumático, y en su lugar se propone explorar la superficie psíquica del paciente con el sentido de ubicar los efectos de la represión en él.
Queda así formalizada la técnica analítica, que tiene por objetivo hallar los retoños de lo reprimido. Estos nos servirán de guía para transitar el camino inverso que oportunamente realizara la represión. Una vez que conseguimos ubicarla, el trabajo analítico consistirá en su cancelación.
Así, la técnica per vía di levare, el oro puro de la terapia analítica, implica que los analistas podamos servimos de la sugestión para cancelar las represiones que están ya establecidas en el paciente, y que funcionan como resistencias internas.
Por último, al finalizar la cura analítica, será la transferencia positiva misma la que tendrá que ser disuelta, para que el paciente recobre plena libertad de sí.